Para los más neófitos en el tema, aclararemos que en el violonchelo existen dos modelos de puente generalizados: el belga y el francés.
La diferencia básica entre ellos es el volumen de madera que cada uno posee y la distribución de la misma.
El puente belga, de patas más largas, posee un volumen de madera menor, con lo que le aportará al instrumento una mayor proyección y respuesta, aunque puede que el sonido resultante sea más agudo o estridente.
El francés, de patas más bajas y una parte superior más ancha, tiene un mayor volumen de madera y le aportará un sonido más cálido.
Todo esto siempre será un poco relativo, existen otros factores muy importantes a tener en cuenta.
El calado del puente. Aún siendo belga o francés, el luthier puede rebajar notablemente el volumen de madera, si lo considera oportuno, para obtener el tipo de sonido o proyección deseada.
La personalidad sonora de nuestro instrumento, que depende muy directamente de la construcción del mismo (de la calidad de las maderas utilizadas, del propio trabajo del luthier, del barnizado, …).
Las cuerdas utilizadas.
La tensión con la que esté montado (altura de cuerdas, distancia entre cordal y puente, …).
La calidad de la madera del puente, y de su flexibilidad o rigidez.
Para resumir, si nuestro violonchelo ya tiene de por sí mucha proyección o volumen, quizás el puente más adecuado sea uno francés, para conferirle así un sonido con mayor calidez.
Si por el contrario tenemos un instrumento con un sonido más cálido pero con menor proyección o volumen, el puente más indicado será el belga.
Vistas todas estas particularidades, finalmente será nuestro luthier de confianza el que nos asesorará y aconsejará lo que más le convenga a nuestro violonchelo.